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En una persona sana, el amonio se produce de manera natural por la descomposición de las proteínas y se elimina convirtiéndose en urea, que se excreta con la orina. Pero a KJ le fallaba la enzima CPS1, imprescindible para convertir el amonio en urea, debido a la desafortunada conjunción de dos variantes genéticas patológicas, una heredada de su padre y la otra de su madre.
La deficiencia de CPS1 afecta a aproximadamente uno de cada 500.000 recién nacidos, de los que la mitad mueren en la primera infancia y la otra mitad sobrevive con daños neurológicos.
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