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El hallazgo de un rastro de huellas de 1,5 km en Nuevo México cuenta una historia intrigante: un humano caminó con un niño en brazos y más tarde regresó sin él. En su camino, se cruzaron varios animales.
Por el tamaño de las huellas, los investigadores creen que pertenece a una mujer o a un adolescente joven, que caminó con paso firme por el barro y realizó un viaje de ida y vuelta. En varios puntos de su camino, el terreno está salpicado por otras huellas más pequeñas pertenecientes a un niño que podía tener en torno a dos años. Y lo más interesante: el niño acompañaba al protagonista a la ida, pero no a la vuelta.
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