Para descifrar el misterio, Mary Caswell Stoddard, bióloga evolutiva de la Universidad de Princeton, y su equipo examinaron casi 50.000 huevos de más de 1.400 especies. Al clasificarlos en función de la elasticidad y asimetría, observaron que cuanto más puntiagudos y ovalados son, más probabilidades hay de que contengan en su interior un experto volador. "Constatamos con asombro que una de las mejores explicaciones de la variación morfológica de los huevos era la capacidad de vuelo de las aves", dice Stoddard.
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